Primeros humanos



Muy poco después (hacia los 2,33 millones de años AP) y en la misma región, se han encontrado asociados a este tipo de artefactos unos restos fósiles de homininos. Muchos hallazgos más se han realizado a lo largo de la falla del Rift y sus grandes lagos. El hominino identificado en estos yacimientos ha sido denominado Homo habilis y su industria lítica ha venido a llamarse olduvayense. Tales industrias son muy sencillas y consistían en unos simples guijarros a los cuales se les efectuaban unas extracciones mediante unos pocos golpes, con el fin de producir un filo cortante (ver más abajo). Aunque Homo habilis es el primer representante adjudicado al género Homo, hay autores que lo consideran desde el punto de vista morfológico muy similar a los Australopithecus, pero con un significativo aumento de la encefalización. Fue la primera especie de la familia Hominidae que abandonó los medios más o menos forestales, para adaptarse a un ecosistema abierto, la sabana. Las sabanas ofrecen muchos menos recursos vegetales que los bosques, por lo que también se vio obligado ampliar su dieta de tubérculos, raíces y bayas, incluyendo, a un nivel importante, la carne. Y a ella accederían gracias a sus herramientas.


El H. habilis hizo su aparición coincidiendo con la primera edad del Pleistoceno, el Gelasiense. Además de utilizar herramientas líticas, se diferenciaba de sus predecesores por una capacidad craneal superior (entre 600 y 800 cm), una mandíbula menos robusta con unos dientes menores y un inferior dimorfismo sexual, localizándose tanto en el este como en el sur de África. El aumento del cerebro le permitió establecer unas relaciones sociales más complejas y disponer de una capacidad de análisis superior, que, a su vez, le sirvieron para adaptarse exitosamente al nuevo ecosistema. La aptitud de los homininos para desarrollar y transmitir tradiciones culturales es más importante para su supervivencia que las adaptaciones biológicas. El uso de un lenguaje y de sistemas de pensamiento asociados está muy ligado a tales capacidades, por lo que ciertos investigadores creen que H. habilis ya sería capaz de comunicarse por medio del lenguaje, mientras que otros opinan que esta posibilidad sólo surgió con la aparición de nuestra especie.

Existen unas acumulaciones de piedras y numerosos huesos animales relacionadas con el H. habilis que algunos autores consideran estructuras habitables, sobre las que se podrían situar ramas y que serían las primeras conocidas; pero otros opinan que únicamente servirían como lugares más seguros que la sabana circundante, donde consumirían rápidamente los restos animales y abandonarían acto seguido, sin pernoctar allí, aunque volviendo reiteradamente.

A pesar de que no todos los investigadores están de acuerdo, algunos citan otra especie de Homo contemporánea de H. habilis, que ha venido a denominarse Homo rudolfensis. Sus rasgos diferenciadores consistirían en una considerable encefalización (750 cm3), amplia cara y potente mandíbula.

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